lunes, noviembre 21, 2005

TRES DIAS SIN CAUSA



DÍA SIN CAUSA
No hay día sin causa internacional ni medio que no la tenga particular y tópica, relamida y sin rebabas. Hoy, 21 de Noviembre del cero cinco, el chaparrón de palabras cae sobre las mujeres maltratadas y no es nada malo recordar que el hombre que somos tiene tendencia a agredir al débil. El hombre a la mujer, al niño y al anciano. La mujer al niño y al anciano. El niño, al anciano solamente.
Los indefensos siguen en el valle de lágrimas de la Salve olvidada. Sólo la educación que llega al alma, la que no es tópica, la que controla instintos y libera virtudes puede protegerlos. ¡Ay del débil, y más cuando se presume defenderlo equivocando el concepto!
«La violencia de género». Oiga ¿pone el DNI género varón, género varona o género ambiguo? Porque lo del «género» es muy amplio: Masculino, femenino, neutro, común, epiceno, ambiguo y otro más aún que siempre se me ha resistido a la memoria. O sea, siete géneros cuando la sociedad anda todavía tratando de reconocer y valorar el «tercer género». ¿El género masculino arremete al femenino y falta a la concordancia? ¿Por qué no agredir al epiceno que, por las trazas, ya no existe? Ese Epiceno tiene, al menos, un nombre feo.
Esto mismo hace tiempo que lo dicen los académicos: que no, que la violencia es entre sexos, entre malas educaciones, entre hormonas con fiebre. Es violencia por sexo en pura gramática y en pura biología, porque se mata mucho por la cosa sexual, por los cuernos, por el predominio de uno sobre otro en la convivencia, por la furia acumulada en años de fricción.
¿Y por qué no hablar de la violencia de «número» también? Por completar lo de “género y número” de las viejas gramáticas elementales. Porque ésa también existe y es misión de los más violentar a los menos. Los que se saben más se vuelven agresivos y una parte notable de la agresión es la mentira. Además, los legítimos representantes de los muchos jalean a sus masas mientras peroran sobre el respeto a las minorías.
Se debiera recordar la ley de la vida: Los pocos serán muchos y los muchos serán pocos, o sea, los primeros serán los últimos y viceversa. Da que pensar eso de no ser “Todos” sino partes, La humanidad sin una mano; la humanidad sin orejas; la humanidad sin pito.