miércoles, marzo 08, 2006

HISTORIAS DEL BEDEL ARCADIO

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Uno de los rectores de Trapisonda edita un periódico digital: El Risco de la Nava y, en un acto de compasión, propuso al Rector Magnífico sacar partido del Bedel Arcadio, que participa en todas las lecciones magistrales como Vox Pópuli. Así es como la obligación y la puntualidad conseguirán hacer de esta página un florido vergel. Más o menos.


VÍCTIMAS DE LA DIALÉCTICA HEGELIANA.

-Veamos la entropía. -dijo el bedel Arcadio mientras la señora Vanesa guardaba la fregona y el resto de emblemas de su oficio.- ¿Sabe que todo lo que es está dejando de ser, señá Vanesa?
-No haga el lila entreteniéndose con la entropía y atienda al Nous, la parte imperecedera de lo perecedero. En Aristóteles viene. España -afirmó Vanesa sacándose los guantes de goma-, señor Florapio, es un asunto de epistemología. O por lo menos de gnoseología. O sá, de método para alcanzar el ser u organizarlo de manera que se entienda un poco..
-Veamos la termodinámica -siguió el bedel sin achantarse-, uséase, que nada se crea ni se destruye y que, en el calor del vaivén, a todo progreso corresponde un regreso, igual pero de sentido contrario. De ahí lo de dinámico que es este Universo.
-Pues que baile el Watusi pa entretenerse o que lea L'Être et le Nean, pa escarmentarse. Como era comunista, el Juan Pablo Sartre escarmentaba hasta a los universos. Y además, le veo venir con la entropía. Lo que usted quiere es que le pille a Zapatero, ahora que todos le niegan por eso de que está rompiendo España. Ya la arreglará antes de las elecciones, hombre de Dios.
-Zapatero no existe. Es un flatus voci. -culminó el Bedel Arcadio en medio de su pasamanería- No está reculando por el reflujo de la termodinámica porque no ha empezado a avanzar. Quié decirse que Zapatero lleva dos años hablando, pero mano sobre mano. No remata la faena: se lo dirá cualquier taurino. Mucho capote y poca muleta: a estas alturas, si fuera de ley, ya tendría apuntillado a Carod. Pero le ha dado carrete, como a Maragall y a Ibarreche y al batasuno y a todo el que se le arrima. Da carrete a la sucesión sucesiva de sucesivos sucesos.
-Dará carrete, pero hay que ver qué dientes tan limpios tiene cuando sonríe. Y si sus barones le dejan sólo en Tudela, para entenderlo puede que sea mejor un análisis teleológico que uno basado en la Entropía. Zapatero no está en regresión, por mucho que le arreen estopa. Todo es un disimule para cansar y, en cuanto anden toos distraídos, zas, la zapaterada
-¿No se le ocurre, señá Vanesa, que, siendo Zapatero un mal de muchos, obligatoriamente se convierte en consuelo de tontos, por la fuerza de la razón. ¿Cuál es la causa última de un presidente del gobierno? El bien de la nación, mejorando lo presente. Pero el señor Zapatero dice, guiñando a Carod, que no tiene muy claro qué cosa sea la nación, ergo no está capacitado tampoco para saber cuál es el bien de la nación, puesto que no sabe si la nación puede o no puede tener tener barba y ser San José y, si no, la Virgen. Qué cosas: discute la nación pero quiere mandarla. De procesión y repicando.
-Pues alguna esencia debe tener cuando todos se meten con él. Los socialistas por la cosa del Estatú y porque Bono trajina en el fondo de lo oscuro. Les parece liberal y, aunque exhiba abuelo asesinadito, pacta con la carcundia más vieja y retorcida de España, los republicanos tradicionalistas y los separatistas lingüistas. Los del PP dicen que le quiere hacer un bombo a la constitución. Los separatistas le ven españolista que les regala castillos con obligación de bandera española por puras ganas de provocar; o sea, ofendiendo. Los comunistas, porque enreda demasiado el momento de tomar el Palacio de Invierno y de regalarle algo a Castro. El tío es causa necesaria y causa suficiente, si lo ponermos en Teleología.
El Bedel Arcadio se había puesto a meditar sobre lo misterioso de un socialismo que fuera contra el socialismo. Esas cosas no pasan en un universo racional.
-Creo -dijo- que estamos ante el Argumento del Cretense. Todos los cretenses mienten y yo soy cretense. Si lo soy y miento, los cretenses no son todos mentirosos, pero, si no son todos mentirosos, digo la verdad al decir que lo son. Algo muy confuso, como de ejecutiva del Psoe, pero con mucho sentido, señá Vanesa. Verá: los socialistas necesitan a la banda catalana para gobernar. Si se bajan del burro antes, volverán a perder, de modo que ZP les promete el oro y les da el moro. Se lo aprueba todo pero les suelta poco. Ya véis, chicos: El partido me maniata. Por vosotros me juego el cargo
La señora Vanesa había captado el busilis, o intríngulis. Entre lo que veía y lo que se imaginaba, le vacilaba la mente:
-Sí, porque ahora hará dos años que gobierna, señor Baudilio, y quedan otros dos: España le tiene que durar hasta el dos mil ocho, porque si Zapatero paga tan pronto le dejarán colgado: los catalanes son gente muy traviesa. Zapatero no puede pagar del todo hasta el último día de la legislatura y los catalanes no pueden esperar a entonces sin perder credibilidad. Eso pasa cuando se juntan dos de los buenos.
-Como Tucídides y Jenofonte, Plauto y Terencio o Danis y Cloe. De ahí, querida señora, que el socialismo parezca abandonar a ZP por poco español y que Zp prometa y prometa pero no afloje la mosca a los separatistas.
-Además -corroboró Vanesa, pues nadie corroboraba con mayor entusiasmo- eso está dentro de la tradición del Psoe: Pactus sunt traicionanda.
El Bedel Arcadio y la higienista Vanesa echaron una mirada al futuro que, en aquellos momentos, se mezclaba con el dorado crepúsculo, aportándole delicadas tonalidades rojas.
-Con todo -dijo el bedel-, seguramente sí sea un asunto epistemológico: ¿Qué método están usando para que España aparezca y desaparezca? España es una aporía.
La señora de la limpieza le devolvió la cortesía:
-Ca, ca, señor Eutiquio: es por lo de la teleología: Zapatero no es ni la causa necesaria ni la causa suficiente para que España vuelva a suceder. O sea, el “hecho España”. Pactus sunt transitanda, que viene a significar “arrieros somos”.
-¿Y qué nos ponemos a pensar de Zapatero?
-Pues que va montao en la Termodinámica y que nos queda acción-reacción pa rato.

*-Nota: El ex-vicepresidente Guerra, en entrevista gloriosa, afirmó dominar la Termodinámica y no comprender como la gente osaba atravesar una calle sin conocerla a fondo. Palabra. Es lógico, pues, que Zapatero, para evitarse engorros, se suba en ella.


SÍ: ACEPTAMOS NACIÓ COMO ANIMAL …

La buitrera del Bedel Arcadio, por magia de la necesidad, se había convertido en fumadero y allí confraternizaban, al amor del humo, el cordero y el león, o sea, alumnos con profesores, profesores con rectores y rectores con expertas en higiene. Un extractor, instalado por el fontanero Manolo, mantenía la ecología dentro de límites razonables.
-¿Y usted, Rector Magnífico, cómo ve los Universales esta semana?
-Con dificultad, muchacho. ¿Y usted, Bedel Arcadio?
-Ni los veo, señor. Son extremadamente cautos en estos momentos. La señora Vanesa me decía, a la mañana que, caso de tropezarse con uno, no lo reconocería.
Sahumados como bacalaos, aguzaban los ojos en busca de un Universal entre la bruma, pero sólo vieron a la experta en higiene universitaria, que dejaba bártulos en el armario de Servicios Técnicos:
-No he dicho eso, señor Liborio: he comentado que no me es posible aprehender la realidad más elevada porque me falta el órgano. Ahí es ná. Sin órgano a propósito, ya me pueden correr los Universales por delante de las narices.
-Esto promete. –advirtió el Rector Magnífico, ocupado en un Camel.- Hemos encontrado un ser que no percibe Universales, lo que le convierte en una “machina” para saber qué no es Universal: lo que ella ve. Señá Vanesa, ¿lista para un experimento?
-Siempre he sido muy empírica, aquí donde estoy.
-Dígame, Vanesa: ¿ve usted al gobierno?
-No señor, no. Bien que miro pero no veo al gobierno.
-Despréndanse del cigarrillo un momento y apunten, señores: Gobierno es un Universal. Digan “Ahh”, con dos haches.
-Un momento, Rector –intervino el Bedel Arcadio-, que me conozco el paño. ¿Señá Vanesa, ve usted a Zapatero.
-Más de lo que aconseja el médico, aunque sólo por la tele, como una lucinación.
-¿Y a los ministros?
-A toos. Venga de ministros, cada uno con su copla. ¿Alguien sabe cuántos son?
-Pero no ve usted al Gobierno. –insistió el Rector M.- Ve a los gobernantes pero no al buen gobierno.
-Ni al malo, señor. Toda la gente suelta por ahí, y el que es de mal natural, lo saca.
-¿Y ve usted a España? –preguntó el bedel, que se traía un plan.
-No la veo, señor Florindo. Miro bien, o sea, hago con las cejas asín, asín, de tanto como me fijo, pero no la veo. ¿Será que España es un Universal y no un “flatus vocis”?
-Yo quiero preguntar. –dijo un alumno de Winston secundado por uno de Ducados. Pero el Bedel Arcadio impuso su dorada pasamanería, galones de Capitán General de la Armada suiza:
-¿Y ve usted a Cataluña, señá Vanesa?
-A todas horas. Ya se me hace que le han cambiado el nombre por Cataluña Estatú. O séase: a buenas voy a ser vasalla de una orden mendicante y lastimera.
-Cataluña –dijo el Rector Magnífico encendiendo otro Camel King Size- no es un Universal.
-Ni un particular. Es una banda. Una sociedad de socorros mutuos. –intervino otro alumno, aromatizado con LM.- Ni siquiera una Nació.
-No. –dijo el Bedel.- ¡Vaya que si es una Nació! ¿Verdad, señá Vanesa?
-Verdad, señor Idilio. España ha aceptado Nació como animal de compañía.
-¡Orden en el fumadero! –mandó el Rector Magnífico- Ya sólo nos queda una pregunta importante que hacer: ¿Ve usted al señor Carod, Vanesa?
-No lo veo. Le oigo, pero nada más. Es un invisible estruendoso, o sea.
-Tomen nota, niños y bedel: Los pecados capitales son universales: no se modifican con el tiempo ni pierden empuje. Todo lo más se ponen gordos y con gafas. He dicho.
Y por la inmesa tierra una voz enorme iba diciendo “yo soy la Humanidad, yo soy el Euro”.

Arturo Robsy

REBIZCO Y REMENDAO

Andaba el Bedel Arcadio cabizbundo, por así decir. No siempre es fácil combinar el optimismo de la víscera tranquila con la lectura de la prensa.
-No es fácil combinar el optimismo de las armónicas vísceras con la lectura de la prensa, señá Vanesa.
-Espere a tener una gastritis y ya le combinarán. Quizá hasta la prensa le parezca un alivio al lado del ardor de estómago
-Visto así… -murmuró el bedel, como para sí y para los demás.- ¿Quién dijo que no se puede vivir sin esperanza?
-Franco. –le recordó un alumno que se enfangaba en el Winston.- O sea, la historia prohibida. Claro que pudo ser Sartre.
-Menos chuflas. –avisó la señora Vanesa, aquella grandilocuente higienista.- Es el hombre que pudo ser rey y no quiso. Además, nos tuvo un porrón de años apartados de la locura nacional. O sá, del parloteo.
-¡Locura! –exclamó el Bedel Arcadio.- Eso es. O sea, el vahído existencial, que es como ponerse bizco y ver doble. Eso es lo que pasa.
-Camarada bedel: -intervino el Rector Joaquín, alias “el Apolillao”- recuerde a Ortega: “No sabemos lo que nos pasa y eso es justamente lo que nos pasa”.
-¿Cómo, cómo? –dijo la señora Vanesa, suspendiendo la inspección de un artilugio llamado “mopa”.- Si sabemos que no sabemos lo que nos pasa, ¿cómo sabemos que nos pasa eso? O sá.
-La doble visión es la fractura del cerebro: un ojo va por un lado y el otro por el contrario. Y, claro, el mundo se descabala. –siguió el Bedel Arcadio, muy entusiasta.- Pero a la visión no le pasa nada: es el cerebro, que no sabe compaginar lo que ve. No lo hicieron multitarea.
-Eso está muy bien. ¿Acaso está cayendo usted en la bizquera en sus ratos libres, Polibio?
-Se lo digo a menudo. –confirmó la señora Vanesa, cuyo nombre fue inventado por J. Swift.- Mira usted mal, señor Arcadio. Ponga menos entusiasmo en los artículos de opinión.
-No estoy bizco, señor rector. Estoy sereno como un obispo. Ayer, en casa, mientras me quitaba esta chaqueta, la mirada se me fue por la pasamanería y se me ocurrió que no eran necesarios los galones, que con la mente basta. Oiga, una ocurrencia de progre del año 68. “Este no soy yo”, me dije. He tenido como un abismo.
-¿Qué es “un abismo”. –preguntó el mismo estudiante del Winston, frecuentador de la Bedelería.
-Es caer en el tiempo. Como en las películas, cuando el actor sueña en pesadillas y cae, cae, cae, removiendo mucho los brazos y la cabeza. A veces hasta grita u oye una voz profunda. Resulta que el abismo mayor es el del tiempo.
-A ver, a ver. –dijo el Rector Joaquín el Apolillao. Se le despertaba la deformación profesional.- ¿Cae usted a menudo?
-No, si yo ya he salido. Ahora mismo, ya ve. Son ustedes los que siguen cayendo porque su cerebro no acierta a ordenar lo que ve y se les pone bizco.
-¡Anda ya! –dijo el alumno, tan charlatán.
-Ayer, cuando se me fue el santo a los galones y me dije que el oropel no tenía importancia, acababa de asistir, como vox pópuli, a la clase del Rector Magnífico.
-No me extraña que se le escapara el santo, Efigio.
-Decía el Rector M. que el hombre es un ser que ordena y que ha ordenado todo menos la Historia. Vivimos en muchas épocas a la vez; en algunas más que en otras. ¿Saben que los botones de la mangas de las chaquetas son una supervivencia de los chismes para ajustar los guanteletes de las armaduras? La Edad Media en cada manga. O sá, que el remedio para el hombre es definir su tiempo y saber qué es ayer y qué hoy, sin mezclarlos. ¿Cómo es de verdad el 2006? Porque si el 2006 está mezclado, no es el 2006 y el cerebro bizquea y no sabemos por donde estamos.
-No bizquea, señor Remigio. –le animó Vanesa- Eso será un poco de indigestión.
-Que no. Ayer, con la pasamanería, comprendí que la juzgaba desde un punto de vista iconoclasta. O constantinopolitano. No desde hoy mismo. Y, para recibir el chispazo de la inspiración, acabo de leer en la prensa que el doctor Llamazares quiere que la bandera de 1931 ondee en el Congreso del 2006. De ahí el vahído. De ahí sufrir como un abismo. El doctor Llamazares es una “superestructura”.
-La indigestión misma. Eso es lo que le pone metafísico.
-No. El doctor Llamazares bizquea. Seguramente piensa como en 1917 y vive con una pata en 1931 y otra aquí, en el potente 2006.
-No está mal traído, Eudipio. –le animó el Apolillao, inhalando con más fuerza de su Ducados rubio.
-“No sabemos lo que nos pasa”. –rezongó el Bedel Arcadio, mirando mal al artilugio “mopa”-. Pues sí lo sabemos, señor Ortega y Gasset: que no vivimos en nuestro tiempo. Con un ojo –intelectual, por supuesto- vemos lo de hoy, y con el otro cualquier cosa que se nos ocurra, como la República. Estamos bizcos en el abismo y hay quien quiere y quien no quiere que el 14 de abril del 2006 sea el 14 de abril de 1931. Entonces la realidad se hace imperceptible, se acalambra, y todos se echan a los montes de la historia. El 2006 se queda desabastecido, olvidado, como clon de otra época, y se hace campo de las batallas de otros siglos. Todos bizcos.
-Teoría de la Bizquera Circular. –dijo el Rector Joaquín, el Apolillao, tomando notas en la solapa de su cajetilla. – Bizcos todos. El cerebro no está hecho como mecanismo multisecular. Y bizquea.
-Prueba a vivir un solo día como uno de 1931, mientras alrededor sucede el 2006. –terminó el bedel.- ¿Qué le pasaría?
-Que me detendrían en cuanto le arrimara candela al primer convento.
-¿Y cuál sería su razón para quemar un convento?
-Pues vivir en 1931. La puesta en escena, ¿no?
-¿Ve usted? Estaría en el 2006, ejecutando un tópico del 2006 sobre 1931. O sea, como una fuga de la realidad.
-Ya. –dijo el estudiante charlatán adicto al Winston.
-Un mecanismo para afrontar la frustración de la falta de ideas: regresión. Y los que se opusieran a lo de la bandera morada en el Congreso también estarían regresando en el tiempo.
-Eso es, salvo error u omisión. Y pasa lo que pasa: que el 2006 no existe, que los maridos andan de cónyuges y los padres de progenitores y que el doctor Llamazares nunca está ni afeitado del todo ni barbudo del todo. Todos miran al abismo.
Al fondo de la tramoya, casi a oscuras, el doctor Llamazares tenía otra idea. Bizca, claro. Y Zapatero sonreía en 1914.
Arturo Robsy


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Rector entregado a la negación de las evidencias.