martes, diciembre 13, 2005

NAVIDAD CIRCULAR EN TRAPISONDA





LECCIÓN NAVIDEÑA ARREGLADA POR EL CLAUSTRO INCOMBUSTIBLE.

Me manda el Claustro dar un espiche redondo que gire en torno a la Navidad y eso me obliga a ser cruel además de reumático. La Navidad, muchachos, parece volver a estar donde empezó: en descampado; la usan en minúsculas. Decid “navidad”. La cubren de bolas de cristal y de señores de Rojo que a veces se llaman “Papá Noël”, “Santa Klaus”, “San Nicolás” o “Chris Kringle”, porque de todos es sabido que hay gente para todo. Decid “caraaay”, con tres aes.

Es que a la Navidad le alcanzó la lepra del Siglo XX. La Comercialización. Si vosotros, en un rapto de maldad, quisierais destruir algo cálido y portentoso, no tendríais más que comercializarlo: aplicar a lo invisible el método de las ventas de objetos. Aplicárselo a la verdad. Alguien empezó con la Navidad y ahora sólo es un artículo de consumo o, mejor, los veinte días de consumo enloquecido enmarcado por campanillas, arbolillos de gala, villancicos, bombillas de colores y vaciedad. No puedo indicar mayor corrupción de costumbres que el hecho de que mi alcalde me felicite la Navidad en dialecto; el mismo que este año muriente me ha subido el 25% el diezmo que se me lleva entre los dientes. Oh, Navidad, negocio. Oh, Navidad, relaciones públicas.

Os doy el espiche el día 13 de Diciembre no por casualidad. He escogido el día de Santa Lucía porque me lo señalaban los antiguos. “Por Santa Lucía -dice un refrán-, mengua la noche y crece el día”. ¿Y es casualidad que, cuando la luz comienza a vencer, Santa Lucía sea la Patrona de la vista? Es un día para mirar y para ver: todo en nuestro universo de Trapisonda está ligado con esmero. Son los momentos anuales en que, igualadas las luces y las sombras, la claridad empieza a vencer a la oscuridad. Son las fechas en que van naciendo los niños concebidos al inicio de la primavera. Momentos de Iluminación, confirmación de la promesa de que volverá a reír la primavera. Retrocede la negritud. Post tenebras spero lucem.

La Navidad no podía ser en otra época, camaradas alumnos. Quien venga a encarnar una promesa y a transportar la luz, aquello que no puede dejar de verse, ha de hacerlo en este momento sideral que el hombre siempre conoció hasta la edad de las tinieblas comerciales. Cristo, el portador de luz, el prometeo. El símbolo eterno del resurgir está ahí, en la fiesta del Nacimiento que el día veinticinco se convierte en victoria definitiva de lo luminoso. Un largo refrán balear va indicando los pasos que da el día contra la noche: “Per Santa Llucia, minva la nit y creix el dia. Per Nadal, una passa de pardal; per els Reis, una passa de veis; per Sant Antoni, una passa de dimoni”. Para Navidad, pues, un salto de gorrión hacia la luz. Porque la Navidad es definitivamente la Fiesta de la Luz y del Alumbramiento. Todos los símbolos, todos los planetas, la Tierra encadenada a su órbita, señalan el momento definitivo de la victoria, de la iluminación, de la llama de la vida inundando la oscuridad. Alumbramiento y Epifanía.

Tal es la acumulación de portentos que el Dios que viniera a redimirnos de las mil oscuridades tenía que nacer en esos días en que el mundo decide renovarse y volverse blanco, visible y transparente. La iluminación de la Navidad sigue ahí. Las luces eléctricas que parpadean no pueden ser más que homenaje, aunque sus creadores no lo pretendan. El júbilo -manifestado con gastos extraordinarios- es el júbilo de nacer y renacer, de profetizar la primavera que vence siempre. Las alegorías de la pureza de la nieve, blanca, con los copos que parecen vidrieras de catedral... Todo lo pensado para aturdir el viejo recuerdo cristiano, contiene los mismos símbolos pujantes de la renovación: no se pueden hallar otros. No los hay.

Fiesta de la Luz, muchachos. Promesa de la Redención que sucederá en las vísperas de la primavera, cuando va a iniciarse la plenitud del día y la fecundidad de la tierra: La Pasión.

Desde hoy rigen los momentos de la mayor búsqueda de la iluminación santa. Mirad la llama que Trapisonda os envía. Dejad que la vista prenda de ella y que todo alrededor se vuelva lejano, en suspenso, mientras, por el camino de la luz, atendéis al murmullo del Dios que llega en el nombre del Padre.

Buscad la luz. Buscad el Grial. Mantened la lumbre eterna. Orar es clarear.



CONTEMPLAD LA LLAMA Y ENCANDILAOS: