lunes, diciembre 12, 2005

CARTA CIRCULAR DEL DECANO DE TRAPISONDA

PRUEBE A
ENCANDILARSE
Mire la llama.


<-- Ponga gratuitamente la mente en blanco por Cortesía del Decano Emilio. Es fácil






<- Lo imposible es lo que importa (lema de la Universidad de Trapisonda)

CARTA CIRCULAR DEL DECANO EMILIO SOBRE, DON QUIJOTE, LA MENTE EN BLANCO Y OTRAS COSAS QUE IMPORTAN A LA VIDA.
(Lo siguiente ha sido declarado Texto Circular de obligado conocimiento para los alumni.)

Entre fiestas y trabajo, que me temo que los que nos matriculamos en la Universidad de Trapisonda no dejamos un día sin llenar, y menos si alcanzamos la alta designación del decanato, resulta que, además de írsenos el santo al cielo, se nos escurren las preocupaciones hasta el suelo anclándose en la tierra como si pretendieran agarrarse definitivamente a ella, cosa absurda, pues, salvo la fuerza de la gravedad, inexorable, todo lo demás debe tender al cielo, a lo alto por mejor decir, pues ya saben los cristianos viejos que lo del cielo es una figuración para que sean entendidas determinadas cuestiones de su religión.

Es decir, que me he demorado un pelín en responder al mensaje en el que me comentabas tus molestas dolencias, la incomodidad de los fármacos que has de consumir, y los pinchazos que has de sufrir, todo ello nada digno de persona de tu condición, pues creo que, con dolor o sin dolor, subirías igual al rocín para alancear al alcalde, al concejal o al mismo presidente de la autonomía que se pusiera por delante, sin dudar de que otro tanto harías si los que se interpusieran en tu ruta fueran procuradores, ministros y hasta el mismísimo Jefe del Gobierno, sin dudar de que llegarías más alto si fuera preciso. Todo ello, naturalmente, no por afición o por inclinación morbosa, sino porque lo consideraras preciso para la defensa de tu doncella que aqueste momento considero como tal a España.

Agradezco el nombramiento de Decano, inmerecido por mi parte, y juro que cumpliré con lealtad, que no con servilismo, las obligaciones que como tal asumo.
Y mucho más agradezco que mi propuesta de que por la Universidad trapisondiana sea nombrado el hidalgo Don Quijote doctor honoris causa, pues méritos no le faltan, sino que más bien le sobran; considerando una idea genial que además sea armado caballero, bien yendo de nuevo a la venta para hacerlo de forma adecuada en el mismo lugar que fuera engañado, bien en una ermita con misterio, bien en los restos de cualquier castillo templario de los que se derrumban por las tierras de España.

Claro que para poder cumplir debidamente con mis obligaciones de decano habré de adentrarme en la Lógica Circular por la que no he circulado en mis muchos años. En este caso me sentaré modestamente en un banco de madera para aprender, y escucharé a quien, subido en el púlpito, como Fray Luis de León, diserte sobre las leyes de la Lógica Circular. Y de paso aprovecharé para preguntar al maestro por el «Lóbulo de Dios», pues también preciso información al respecto, ya que, siendo muchos caminos paralelos, no siempre se encuentran en un solo punto en el espacio, al menos en el ocupado por mí.

Pardiez que creo que poner la mente en blanco no es fácil. ¿Cuántos lo consiguen? Según los que lo intentan, no demasiados y por poco tiempo. Para llegar a conseguir esa posición hace falta la disciplina propia de un monje budista, por ejemplo, renunciando a lo que nos ata al mundo, no ambicionando nada, olvidando el yo, erradicando el egoísmo. Pues ese estado de conciencia requiere la purificación, lo que no es fácil alcanzar cuando se encuentra uno sumido entre los bienes terrenales; porque a pesar de que Santa Teresa encontrase a Dios entre los pucheros, consiguiera levitar y el misticismo la embargara ante el altar y ante las páginas en blanco para escribir sus magistral legado, no se conoce que pusiera la mente en blanco. Quizá sí lo hizo el cura de Arlés (¿era de Arlés?) que cuando mejor le entendían sus feligreses era cuando se quedaba callado y ensimismado, probablemente con la mente en blanco que venía a ocupar nada menos que Dios.

Otro sí: Si los obispos, o sus «órganos de difusión» olvidan citar a la Purísima, ¿cómo nos va a extrañar que El Corte Inglés se llene de Papás Noël, estrellitas y demás parafernalia «navideña»? Incluso que un ilustre director de centro de dicha institución me envíe una carta en la que, reconociéndome como buen cliente, me ofrece todo tipo de facilidades para que invierta «pasta» en regalos de «navidad», con minúscula, sin hacer otra referencia al hecho que se celebra. Naturalmente, señor Rector, tuve que escribir al individuo en cuestión para indicarle que me extrañaba que tal institución olvidara de qué es lo que se celebra en la Navidad y se limitara a señalar una fecha en la que los clientes podemos y debemos gastarnos el dinero a manos llenas.

Puestos aquí, cantemos un villancico y descansemos un ratito.

Emilio, Decano

Respuesta devota del Rector Magnífico:

Excelentísimo Decano:

Tu reposada carta inteligente e inteligible me pone en varios aprietos del intelecto. No es fácil tener que resumir la Lógica Circular, como no lo son ni la Historia Circular ni la Filosofía Circular. Algo queda dicho por ahí, como, por ejemplo, que los títulos largos se corresponden con ideas pequeñas y lo del “similis similia curantur”, que traducido a Trapisonda viene a decir que lo malo se cura con algo similar. En cualquier caso, suele suceder que las ideas tienden a regresar a su origen con el signo de polaridad cambiado. Si eran positivas regresan negativas y viceversa. Observa el cristianismo sin quitarle ojo, muchacho: Tenía connotaciones negativas graves: que si iba contra el poder de los Césares, que si destruía el sistema productivo de aquel mundo, basado en la esclavitud (y la esclavitud salía cara, créeme. Los demás que lean pueden decir “¡Nooo!” con tres oes); que si eran unos pobretones que pretendían hacer norma de la pobreza... Hasta crearon los romanos una palabra que evolucionó hasta nuestro Cretino. Cretino era ser cristiano. Hay por ahí, en los museos y en los manuscritos, dibujos de un burro crucificado. Eran habituales.

O sea que, salvo por los leones del Circo, los cristianos eran mal vistos en términos generales. Pero algunos siglos después, el Bajo Imperio sobrevivió gracias a la administración en diócesis que había creado la Iglesia. Y la idea de Europa llegó a nosotros a través del cristianismo, que pudo llamar paganos a los no cristianos porque sólo en algunos alejados “pagus”, pagos, predios, villas, fincas, quedaban algunos que no eran leales a Cristo Nuestro Señor. De paganos viene “payeses”, gente del país.

La fe en Cristo, nacida con signo negativo, se volvió un algo universal, una cita espiritual que no hacía falta decir pues se daba por descontada. Ahora, cuando un periódico de la Iglesia se “olvida” de señalar el día de la Purísima y el Estado asume el papel de Dios sin que haya mucho tumulto; cuando los paganos, los de las villas, empiezan a ser casi los únicos que creen con verdadera fe, pues las ciudades tienden a ser pudrideros del alma, ahora estamos ante ese círculo que se cierra y regresa a su origen: La lógica y la Historia Circular: Creer para llegar a descreer. (Podemos decir Ahhh, con tres haches)

Por lo demás, el acabado edificio de la Teoría Circular es un nombre más universitario para lo que otros llaman “sentido común” y “Refranero”, que es donde abunda la verdadera sabiduría de la vida. Item más: la sabiduría o es de la vida (o sea, de lo que nos incumbe como seres vivos, de lo único que nos afecta) o no es sabiduría sino mecánica, que, por cierto, también es circular. Por demás, si tienes dudas, Decano Emilio, escribe y medita como gustes y sobre lo que gustes. Después le pones el apellido “Circular” y sin duda acertarás, porque al ser una buena teoría, todo encaja en ella. También te añado lo que la Teoría circular no es: Ni eterno retorno, ni tránsito al estilo Heráclito, ni relatividad ni panteísmo.
Pasemos ahora, para beneficio de la mente, al Lóbulo de Dios, que así han llamado algunos al lóbulo temporal del celebro conocido cuando presenta características extrañas, como la facultad de ver relaciones entre “A” y “B” que no ven otros. Al Lóbulo de Dios le suministras mil datos inconexos y, al poco, manda a la Corteza Cerebral, a la consciencia, la mayoría de ellos conjuntados y organizados en un todo aceptable. En el Lóbulo de Dios reside el arte, es decir, la poesía, la Poiesis, que es creación. Y, como alguna vez se ha predicado en Trapisonda, “El Arte es parte de la Revelación”. No diría que el Quinto Evangelio, pero casi. Aún en nuestros tiempos, que llevan un siglo de chapuzas, es imposible hallar un torrente de arte, poesía y ciencia como el que ha acompañado al cristianismo desde su principio. Por las trazas, aquí tienes otra de las ideas circulares de nuestra Teoría: Crear es amar a Dios y el famoso “Lóbulo” permite escuchar, en la eterna distancia, los murmullos del Creador. Si no se escuchan, es cosa de Otorrinolaringología Circular y en Trapisonda se puede arreglar abriendo unos como portillos en la parte intelectiva del seso.

Dentro de nuestra lógica, es muy fácil brincar de un seso lleno de oídos a una mente quieta y en blanco, aunque parezcan contradictorios. Me dices, reverendo Decano, que lo de llenar de vacío la mente es cosa que suena a monjes budistas, a prácticas dolorosas del cuerpo y otros asuntos que periódicamente (léase circularmente) vienen a la actualidad. Llaman ahora Bushido al Honor y Samurais a los Caballeros y parece otra cosa, pero no. La gente que se convertía, en los tiempos en que Cristo andaba sobre la tierra, decía siempre que veía la luz. San Pablo la vió tanto que se cayó del burro y anduvo como lelo unos días (se puede decir “¿seguro?”, porque aprender es dudar). Seguro. ¿Qué otra cosa más que la mente en blanco, o sea, receptiva a todo, pudo hacer que San Francisco volara de acá para allá y que tuviera la ocurrencia de hermanarse con un lobo? Y esas grandes montañas que son San Agustín, San Bernardo y Santo Tomás (por citar unos pocos) ¿podían escribir lo que escribieron sin recibir luces de través de su “módulo” de Dios? ¿Es Imaginación de Trapisonda que el hombre, desde que lo es, siempre ha hablado de la inspiración como proceso necesario para cualquier creación?

Hay una palabra más de casa, más española, para explicar lo que la mente en blanco, receptiva y quieta, es: El Encandilamiento. ¿Acaso tú, en los fuegos de campamento, no te has quedado prendido del baile de las llamas, como distante de todo y a la vez muy cercano a tu ser, aunque tu ser estuviera, quizá, en pantalones cortos? Pues eso es poner tu alma a la escucha. Y si se escucha lo bastante, algo se oye. Podría hacer doctrina y apremiar a los alumni de Trapisonda para que consumieran algunas horas diarias prendiendo hogueras, pero sería contrario a las leyes. También sirve el humo de un cigarrillo, en la calma de la habitación, trazando volutas, aros y otras figuras. Lento y perezoso. Encandila bien. También sirven las salmodias, lo que los budistas llaman “mantras”. Todos conocen el On mani padme om, que, según me traducen, sólo significa Señor dame peces. Y mira por donde los cristianos viejos usaban el pez como señal, porque, además, contenía la “I” de Iesus y la CH (o sea la jí griega, que parece una x) de Christus, iniciales de la palabra pez en griego y que aún usamos en la “Ictiología”. (Los otros lectores de esta correspondencia pueden decir ahora “saberes ocultos” o callar para siempre).

Ya es curioso, ya, que la humanidad se haya empeñado desde siempre en alcanzar lo que ahora se llama “Encefalograma Plano” y que se usa para fustigar a algunos políticos. Este rector que soy ha pasado por muchas fases de la iluminación, comenzando por hacerse un nudo con el yoga y manteniendo una respiración especial, llenándose de aire como una jeringa cuando se tira del émbolo. Y ha tratado de entrar en el mundo del recogimiento, que no es recoger el alma y comprimirla, sino suspender los avisos de los sentidos: desconectarlos y manetener el “nous” a pleno rendimiento. Y ha percibido que rezar no es la jaculatoria repetida, sino que se repite una y otra vez para llegar a rezar: lo previo a la oración, porque orar es levantar el alma y hablar, si es posible, con Dios.

Acaso este rector está diciendo que habla con Dios y, además, se lo cree? ¿Acaso es un iluminado? No: sólo dice que es posible y que él ha seguido esa senda estrecha. Al principio de uno de los capítulos de “Kin de la India”, Rudyard Kipling dice, más o menos: “Bienaventurados los que siguen la senda estrecha para ir a rezar a Buda en Kamakura”, y Kipling tenía un sólido “Lóbulo de Dios”. Lo que sí sabe este Rector Magnífico es que para escribir, para decir, hay que confiar en uno mismo, hacerse una idea de lo que busca y, al coger el bolígrafo o la tecla, entrar en una forma de contemplación interior, mente casi en blanco, donde algo dicta lo que debes saber. El rector lo sabe porque lo practica y porque, además, lo dijo Sócrates. No son voces (porque entonces hablaríamos de mente partida, esquizofrenia), sino luces, de ahí que Sócrates las llamara demonios, Daimon-onos, en griego; algo como “duendes”. Todos tenemos esa facultad y en Trapisonda se enseña, con divagaciones, a dar con ella y usarla.

Es el momento final de la explicación, que debe concluirse por analogía. O sea, con una parábola mínima: Para llenar una jarra, hay que vaciarla primero. Para llenarnos hemos de vaciarnos antes. Y ese es el truco de dejar la mente en blanco: dejar que algo quepa en ella.

Sólo me queda comentarte una parte notable de tu carta, Excmo Decano: Mi propensión a alancear. Alanceo por compromiso a las Tres Virtudes, fe, esperanza y caridad. Alanceo porque en algo creo. Alanceo porque algo espero. Alanceo porque algo quiero para los demás. O sea, por simpatía y empatía. El caso es alancear. Decir no cuando es no y decir sí cuando es sí. Unamuno, al meditar sobre el Quijote, llegó a eso mismo cuando explica que hay que seguir adelante sin descanso: Si ves a un ladrón, dile ¡Ladrón! Y sigue adelante. Es la forma unamuniana de contemplar la mente del Quijote. Lo veía como un hombre verdadero en marcha. Por eso, por la recomendación de Unamuno y por la tuya propia, es imprescindible nombrar al Hidalgo Doctor Honiris Causa: iba en marcha, a caballo, pero no se preocupaba de adónde iba. Dios proveía. Un caballero errante. Y eso es lo que se enseña en Trapisonda, a errar por los diferentes mundos de la carne y del alma, para encontrar lo fundamental. Lo grande no te buscará a ti, tan pequeño, salvo que seas un acreditado místico. Y ser místico es ser explorador, errar buscando.

Y a ese gran buscador, hidalgo de nacimiento, con el viejo escudo de armas, “adarga antigua”, pequeño propietario de la tierra de sus mayores, es preciso armarle caballero con un ritual mejor que la burla que le hicieron en la venta. Es preciso que vea la luz sobre su acero y que esa luz le encandile, tras el ayuno y tras pasar la noche contemplando el reflejo de la luna en el agua del pozo, y le hable y le disponga a hacer de su vida, con alegría y humildad, un acto de servicio, ya en lo pequeño, ya en el esfuerzo.

Te tocará, Decano Emilio, darle el espaldarazo, hablarle de la luz, que no se ve y que el acero simboliza, y nobrarle señor de cuanto él es y de cuanto él espera (Aquí los lectores pueden exclamar “¡Vengan los ideales!” ó “¡Los ideales o la vida!”) Porque casi todo en este mundo que enseña Trapisonda es la idea hecha carne. Casi todo es sencillo y cierto y sólo existe una barrena, una sola, entre el hombre y la magia de serlo: la mentira.

También es cierto, Decano, que, pues el mismo libro lo cita, tras un aprendizaje, quizá debiéramos nombrar a Don Quijote “Emperador de Trapisonda”. Honorario y no Efectivo, por supuesto.

El Rector Arturo, titular de “Psicomística Circular y sabidurías bucólicas”.

(Estas memorables cartas cruzadas figurarán durante unos días en el Tablón de Anuncios de la Universidad de Trapisonda para general lectura. El Tablón está en la Página Principal y también se puede invocar mediante
http://robsy10.blogspot.com )