viernes, marzo 10, 2006

UNA SEGUNDA VERSIÓN DEL BEDEL

(Para ver los tres cuentos normales sobre el Bedel Arcadio, vaya a la página anterior. Del último allí manifestado, se ha hecho esta segunda versión, por imposición amistosa de otro rector de Trapisonda.)

Image hosting by Photobucket
Un típico rector diciendo que sí, que eso mismo.

Querido Emilio:
Ando hoy en un día necio, muy metido en causas primeras y causas últimas, empalmadas a cuestiones literarias como la selva por la que correteaba Dante, selva oscura, que no es otra que la vida misma. La vida tiene poca luz y vamos por ella dando palos de ciego, tratando de tocar algo sólido, algo que no sea rama flexible sino tronco, y nos oriente. Casi solos en la oscuridad que sólo beneficia a los que están ciegos, o sea, a los tramposos que nos aloquecen con sus salidas extravagantes, posiblemente (psoesiblemente) ni siquiera intencionadas; salidas (que son entradas en el BOE) decididas inconscientemente desde las mentes ciegas a la vida misma. Y al placer del tabaco.

Han instalado una “realidad” hegeliana que cambia de día en día y, mientras predican esa realidad múltiple, cometen los errores de lógica que salen del corazón: el deseo de regresar al tiempo perdido, de volver a los momentos en que suponen que hubieran sido felices. Épocas en las que la propaganda inaugurada por Stalin les dice que fueron la Arcadia, el paraíso del rojo que mandaba y hacía su voluntad sin límites. Llamazares y Zapatero son víctimas de la leyenda, de la dorada bruma de la legalidad republicana y todo eso –cantada por chupatintas áulicos desde antes de la muerte de Franco-, y ansían volver al paraíso perdido sin darse cuenta de que quienes perdieron el Primer Paraíso fueron los demonios que nos cuenta Milton.

Me gustaría, frente a tantos parpadeos de la luz vital y del vital error, hacer un vuelo más rasante. Ahora mismo recuerdo una canción poema de Gilbert Becaud, que tú habrás escuchado cientos de veces, el famoso “Et maintenat”, ese “mientras”, o sea, lo que sucede mientras a ti te sucede algo. Hay un punto exacto en que Becaud, señala claramente a nuestro universo mortal y desconcertado. Traduzco de la versión francesa: “ Este corazón que bate ¿por quién? ¿Por qué? Que bate muy fuerte, muy fuerte”. Y, con ese espíritu que se lamenta del latido enorme del corazón, ignorante del por quién y del por qué, me pongo a la reforma de las aventuras del bedel Arcadio, el personaje con apenas barniz que trata de comprender.

Mi método para solucionar la puntería de un artículo, cuento o novela, es volverlo a escribir. Corregir me abruma. Por eso, para abrumarme, he corregido. En letras, como en el cine, el orden de las secuencias es lo que hace comprensible lo caótico de la vida.


BIZCOS EN EL ABISMO (Antes: REBIZCO Y REMENDAO)

Andaba el Bedel Arcadio cabizbundo, por así decir. No siempre es fácil combinar el optimismo de la víscera tranquila con la lectura de la prensa.
-No es fácil combinar el optimismo de las vísceras con la lectura de la prensa, señá Vanesa.
-Espere a tener una gastritis y ya le combinarán. Quizá hasta la prensa le parezca un alivio al lado del ardor de estómago
-Acabo de leer una cosa que contenía hipo y se me repite. Mala para el páncreas, supongo.
-¿Qué se le repite, señor Arcadio? En el armario de los bártulos tengo bicarbonato.
-No, gracias. Se trata de una repetición de orden psicológico. A veces un modesto bedel, cegado por la pasamanería, acaba pensando que el estado natural de la sociedad española es la locura. Hay muchas noticias de la Locura Nacional, incluso ahora, que llevan tanto borrándolas. Las cogen por el cuello y las borran.
-Le tengo muy dicho que no lea de política: la medicina, pa los médicos; el automóvil pa los automovilistas; la política pa los políticos. Ca cual a lo suyo, que viene a ser como la libertad de pensamiento: No pienses en lo que no quieres pensar.
-Acabo de leer en la prensa que el doctor Llamazares quiere que la bandera de 1931 ondee en el Congreso del 2006. Como homenaje. De ahí el hipo.
-El doctor Llamazares es una “superestructura”. –aconsejó el Rector Joaquín, allí presente para inhalar su Chester King. Joaquín “el Apolillao”. Inhalaba por motivos personales.- No se inquiete usted porque a ese le pasa más que a nadie lo que Ortega descubrió: “No sabemos lo que nos pasa y eso es justamente lo que nos pasa”.
-Con el estómago delicado es una locura leer a comunistas. Se ha indigestado y eso es lo que le pone metafísico
-¡Locura! –exclamó el Bedel Arcadio.- Eso es. O sea, el vahído existencial, que es como ponerse bizco y ver doble. Eso es lo que pasa. Estoy convencido de que el doctor Llamazares mira embelesado a 1931 porque su subconsciente ya sabe que ahora no puede ser comunista. Lo mismo el abogado Zapatero. Huyen a 1931 porque saben que en el 2006 no son necesarios y carecen de sentido histórico
-Fume. –insistió la señora Vanesa-. Bien sabe Dios que será por motivos medicinales.
-La doble visión es la fractura del cerebro: un ojo va por un lado y el otro por el contrario. Y, claro, el mundo se descabala. –siguió el Bedel Arcadio, muy entusiasta.- Pero a la visión no le pasa nada: es el cerebro, que no sabe compaginar lo que ve. No lo hicieron multitarea.
- ¿Acaso está cayendo usted en la bizquera en sus ratos libres, Polibio? –preguntó el Rector Joaquín
-Se lo digo a menudo. –confirmó la señora Vanesa, cuyo nombre fue inventado por J. Swift.- Mira usted mal, señor Arcadio. Ponga menos entusiasmo en los artículos de opinión.
-Estoy sereno como un obispo. Ayer, en casa, mientras me quitaba esta chaqueta, la mirada se me fue por la pasamanería y se me ocurrió que no eran necesarios los galones; que con la mente basta. Oiga, una ocurrencia de progre del año 68. “Este no soy yo”, me dije. He tenido como un abismo.
-¿Qué es “un abismo”. –preguntó un estudiante de Winston, frecuentador de la Bedelería.
-Es caer en el tiempo. Como en las películas, cuando el actor sueña en pesadillas y cae, cae, cae, removiendo mucho los brazos y la cabeza. A veces hasta grita u oye una voz profunda. Resulta que el abismo mayor es el del tiempo. El doctor Llamazares está cayendo por ahí, sólo que rojo, amarillo y morado.
-A ver, a ver. –dijo el Rector Joaquín el Apolillao. Se le despertaba la deformación profesional.- ¿Cae usted a menudo?
-No es eso. Y quien dice que el buen doctor cae, dice que se columpia. O sea, que quiere “regresar al futuro”. La película. Quizá también “recuerda” el futuro.
-Seamos sensatos. –argumentó la señora Vanesa, adicta a la lógica aristotélica.- El pasado se recuerda; el presente se vive y el futuro se sospecha. O sá, no se puede recordar lo que no ha pasado.
-No es tan fácil, señora técnica en higiene. –le advirtió el Rector Joaquín- Hay mecanismos muy raros en la cabeza del hombre. El bedel tiene razón: el doctor Llamazares puede estar proyectando el pasado y verlo como futuro. La tierra de promisión de los mesiánicos. El Paraíso Perdido de Milton.
-Eso es, Rector Joaquín. Señá Vanesa: si usted, por capricho, fuera comunista o fuera Zapatero, ¿no le parecería bueno que pasado mañana fuera 1931, cuando usted era señora de horca y cuchillo? ¡Ah, aquellos bonitos derramamientos de sangre política!, se diría. ¡Ah, aquella extirpación de la corbata!
-¿Y qué hay de la bizquera?
-Vivimos en muchas épocas a la vez; en algunas más que en otras. ¿Saben que los botones de la mangas de las chaquetas son una supervivencia de los chismes para ajustar los guanteletes de las armaduras? La Edad Media en cada manga. O sá, que el remedio para el hombre es definir su tiempo y saber qué es ayer y qué hoy, sin mezclarlos. ¿Cómo es de verdad el 2006? Porque si el 2006 está mezclado, no es el 2006 y el cerebro bizquea y no sabemos por dónde jorobamos. O sea, el doctor Llamazares.
-No le bizquea el seso, señor Remigio. –le animó Vanesa- Eso será un poco de la misma indigestión.
-“No sabemos lo que nos pasa”. –rezongó el Bedel Arcadio, mirando mal al artilugio “mopa” que la señora Vanesa mantenía en posición-. Pues sí lo sabemos, señor Ortega y Gasset: que no vivimos en nuestro tiempo. Con un ojo –intelectual, por supuesto- vemos lo de hoy, y con el otro cualquier cosa que se nos ocurra, como la República. Estamos bizcos en el abismo y hay quien quiere y quien no quiere que el 14 de abril del 2006 sea el 14 de abril de 1931. Entonces la realidad se hace imperceptible, se acalambra, y todos se echan a los montes de la historia. El 2006 se queda desabastecido, con los personajes corriendo hacia atrás, como al rebobinar un vídeo. Todos bizcos.
-Teoría de la Bizquera Circular. –dijo el Rector Joaquín, el Apolillao, tomando notas en la solapa de su cajetilla. – Bizcos todos. El cerebro no está hecho como mecanismo multisecular. Y bizquea. Mnemónico: Los chicos ven las películas de 1931 y no entienden lo que significó entonces “hacer el amor”. “Galantear”. Llamazares, menos.
-Pruebe a vivir un solo día como uno de 1931, mientras alrededor sucede el 2006. –terminó el bedel.- ¿Qué le pasaría?
-Que me detendrían en cuanto le arrimara candela al primer convento.
-¿Y cuál sería su razón para quemar un convento?
-Pues que eso es lo que se hacía ordenadamente en 1931 y siguientes.
-¿Ve usted? Estaría en el 2006, ejecutando un tópico del 1970 sobre 1931. O sea, como una fuga de la realidad. Y eso es lo que nos pasa: Ni el doctor Llamazares ni el abogado Zapatero saben nada de vivir en aquellos años. Sólo se imaginan lo que la propaganda de Stalin empezó a decir y que aún funciona: que ellos mandaban y todo era condenadamente legal y justo. El nudo del drama les correspondía a los poderes fácticos. Estos del banderazo del 14 de abril están intoxicados y padecen de visiones y bizqueras. Se imaginan que la propaganda es verdad. Por ejemplo, que no pasaron los que no pasarían.
-Ya. –dijo el estudiante charlatán adicto al Winston.- Eso me lo sabía yo, pero dudaba entre bizcos o miopes
-Eso es, salvo error u omisión. Y pasa lo que pasa: que el 2006 no existe, que los maridos andan de cónyuges y los padres de progenitores, alucinados por la propaganda y que el doctor Llamazares nunca está ni afeitado del todo ni barbudo del todo. Sólo miran al abismo. Y eso es lo que me da hipo: que la vida es según la versión que te hayas creído. Y quieres repetirla.
Al fondo de la tramoya, casi a oscuras, el doctor Llamazares tenía otra idea. Bizca, claro. Y Zapatero sonreía en 1914 mientras la momia de Lenin viajaba desde Suiza a Rusia, dado que el Kaiser fue un subnormal, o sea, discapacitado. Según versiones liberales.
Arturo Robsy


Image hosting by Photobucket