jueves, mayo 11, 2006

VERDE Y CON ASAS

VERDE Y CON ASAS

Por tradición, si algunas profesiones han estado alejadas del patriotismo han sido la de espía y la de policía. Son trabajos que alguien tiene que hacer pero que no cuentan con la simpatía de muchos. Eso de tener por profesión la vigilancia del prójimo no es bonito: tarea que en los pueblos solía dejarse a las comadres y en las ciudades a las vecinas.

Y esta es la parte mala de la noticia del 8 de Mayo, la que notificaba que les han metido un puro a un comisario, D. Rodolfo Ruiz, a un inspector y, dicen, a un funcionario. Como si comisario e inspector no lo fueran. La parte mala, o sea, que no hay forma de impedir que el público tome la parte por el todo y desconfíe un poco más de nuestros custodios con la sospecha de que no son precisamente ángeles. Y no tanto por policías sino porque el mismísimo fiscal quería dejarlos ir, o sea, si Bono decía que le habían sacudido unos ultraderechos del PP, estos funcionarios no hicieron más que cumplir con su misión: de los ministros no se duda sin salir malherido.

Parece que el ministro no dijo exactamente la verdad al declarar que le dieron puñetazos y mojicones, cuando, a lo mejor, sólo fue un pisotón en la apretura. Parece que la queja la oyó el delegado del gobierno en Madrid y azuzó a las fuerzas represoras. Y parece que algún policía cayó en la tentación de ser obsequioso y de escamotear alguna actuación previa. Pero hay excusas: por la edad, los condenados bien pudieron haberse formado como polis en tiempos de Franco o de la UCD, que de todo hay.

Sería un error: O policial antes o judicial ahora. Pero error. Mas el panorama varía si se atiende a lo que en Trapisonda se ha oído en día 9 de Mayo en una cadena de televisión, que ha sido la que ha transmitido eso de “verde y con asas”. Resulta –según tal cadena, Populat TV- que el Comisario es el señor en cuya comisaría apereció o se materializó la famosa mochila que permitió pillar a los asesinos mojamés, y de donde se esfumó, a tiempos, cuando el juez del Olmo quiso verla. La historia salió un poco sucia y rara, pero al final se encontraron dos o más mochilas: no se iba a pecar por defecto.

Todos los que no entendieron por qué se iba el ministro Bono pero que no creyeron que lo hiciera voluntariamente, ahora ya lo entienden: Zapatero y Rubalcaba sabían la que se preparaba en los tribunales y quitaron gente del medio para que los daños no fueran absolutos: no es lo mismo que te empuren a un trío de polis a que te cacen a un ministro mentiroso y te lo enchiqueren. Claro que Bono sigue diciendo que le dieron de lleno, argumento en que le apoya López Garrido, lópez manido mejor, nada menos que un comunista llamando comunistas de batasuna a los pobretes del PP: que pegaron al jefe de los ejércitos de entonces y qué qué sabran los jueces que, frente a la palabrita política, no hacen falta más pruebas que el ininterrumpido progreso hacia los modos de la II República. Aunque, por si las moscas, la maquinaria de la falsedad, que apenas si habló de la sentencia a los polis ni de que el fiscal se portó y volvería a portarse como defensor, se pasó cinco días soltando la cortina de humo del negocio de los sellos, de suerte que casi nadie habla ya de las bonitas detenciones ilegales. Y, claro, ni palabra de que el Psoe esté aliado en Cataluña con un terrorista confeso que, además, es el jefe de todos los policías de la región. El Consejero Vendrell. Que lástima que las oposiciones no sepan sacar partido de tanta locura en bolas.

A partir de ahí algunas de las pocas mentes inquisitivas que quedan -la de Aznar, no- han dado en cavilar si el Comisario ese no sería uno de los que advertían a Rubalcaba –en la oposición aún- de los sucesos del 11-M y sucesivos, antes que al gobierno de Aznar, y si fue a ese al que ascendieron cuando empezó el Gobierno del PSOE, que tantas alegrías está dando a los incautos que lo votaron pese a ver a los militantes socialistas sitiando las sedes del PP, en un anticipo de los posteriores loores a la II República.

Convendría derramar un poco más de luz sobre estos asuntos, no sea que salgamos apaleados además de cornudos. También derramar algunos taquígrafos, porque la opinión pública romperá por alguna parte si en la próxima apelación se exculpa a los policías. Con tantos datos como se están dando, es probable que se recrudezca la desconfianza, pero también hacia los jueces, que son neutrales pero que se reúnen en asociaciones no exclusivamente profesionales. Y la culpa, si la hay, no les corresponde a ellos, sino al bonito gobierno republicano presidido por un rey que también es un buen republicano.

Por eso, el mismo día de la noticia de las penas, TV1 (y las demás) quitaba hierro mostrando el cierre de dos empresas capitalistas y la lápida que se había inaugurado en la isla de Jersey (famoso paraíso fiscal) al millar de españoles que ayudaron a la fuerza a fortificala. “A los españoles republicanos –dice, poniendo el apellido de su minerva- víctimas del nazismo. 1942-1945”. Como es natural, ni en los peores tiempos se les ocurrió a los vencedores del marxismo hacer monumentos que dijeran “A los españoles-españoles, víctimas de los republicanos, 1931, 1939”. Salieron del paso con un “Caídos por Dios y por España”, o sea, con menos iniciativa que ahora, y eso que las víctimas de los republicanos fueron 28 millones de españoles. Todos. Y hasta ahora.

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